Creo que la primera vez que nos vimos con el Darno fue en el Sorocabana, cafe donde se juntaba la «inteligencia uruguaya de los 70». Carlos da Silveira que estaba empezando a tocar en mi banda, junto con Jorge Galemire, Jorge Bonaldi, Choncho Lazzaroff, Negrito Trasante y Jaime Roos... me acerco a una mesa y me dijo«este es Eduardo, el Darno».
Despues nos cruzamos en algun escenario, tal vez en los Recitales de la Escalera en el Galpon y el Teatro Stella.
Lo veia como a un juglar, desarticulado en sus maneras tan trabajadas para sacar una frase, una sonrisa, con eso tan romantico del que sabe que las cartas que lleva en la mano son ganadoras, pero se las va a quedar en la manga... el guacho cultivaba un misterio que hacia derretir a la gurisas y provocaba una hermosa distancia de respeto y admiracion entre nosotros.
Por aquellas epocas se habia creado una frontera entre los flacos que quemaban fumo y los que pensaban que aquello y el futbol (!) eran el opio de los pueblos.
Eduardo habia escrito sobre«aquellos que suenian en construir un mundo con humo de marihuana» todavia estaba en el hiperrealismo antes de la quema. Lo que no nos podiamos imaginar era la palida que se venia, despues de Pacheco, Bordaberry, la dictadura y la espantosa purga que se preparaba en aquella sociedad uruguaya que nos apaleo la inocencia y nos robo la juventud.
Los tiempos no le dejaron otra alternativa que escapar escondiendose en el fondo de una botella de alcohol.
Un par de anios despues me lo encontre en un festival rock en la cancha de Estudiantes de la Plata.
Yo estaba por subir al escenario y el habia salido a tomar aire al unico lugar aun respirable de America Latina.
No nos podiamos imaginar la palida que se venia con Lopez Rega, Isabelita y despues Videla.
Algnos anios mas tarde pude volver a Montevideo; una medianoche entre al boliche El Lobizon y me lo encontré de boina y gabardina solo en una mesa, abrazado a una botella en un mar de lagrimas. A partir de ai tuve la sensacion de que no se animaba a tirar la botella al mar por miedos antiguos, soledad de mar de amores o simplemente porque veia pasar la vida alla lejos.
Como si se hubiera quedado en la misma vereda de baldosas quebradas por donde se perdieron Mateo, el Comte de Lautréamont, Artaud, Syd Barret...
La ultima vez que lo vi estaba contento, habia encontrado varias de las cosa que se le habian perdido, entre ellas una buena sonrisa.
Me miro con un cierto orgullo de origen francés, me dio un timido y medido abrazo y casi en un sollozo de la emocion antigua que nos unia desde el 73 me dijo:
«bonjour monsieur Canzani, comment allez vous?»
Era primavera, soplaba una suave brisa de polen y agitacion de canciones y esperanzas profundas.
Basto con que alcanzara a grabar un disco nuevo y la vida le diera una pequena tregua de ilusion. Encuanto vio el espejismo, dio un paso sobre la ultima baldosa floja y se lo llevo el viento.
El mundo fue y sera una porqueria, lo dijo Discepolo.
Bo’ nos estamos quedando sin poetas, y entonces, quien va a ser el profeta de la proxima revolucion?
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