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«DIRECTIVA DE LA VERGÜENZA»

Miércoles 23 de julio de 2008, por Heidi Mac Lennan Rubio

Lettre du President Evo Morales
a la CEE

LA VERGÜENZA EUROPEA
Jueves, 19 de junio, 2008

EN UNA CARTA ABIERTA QUE ES EJEMPLO VIVO DE DIGNIDAD Y REFLEJA SENTIMIENTOS COMUNES A TODOS LOS LATINOAMERICANOS, EL PRESIDENTE EVO MORALES LLAMO A LA UNION EUROPEA A NO APROBAR LA «DIRECTIVA DE RETORNO DE LOS INMIGRANTES», QUE CALIFICO DE «DIRECTIVA DE LA VERGÜENZA». EN EL MISMO SENTIDO SE PRONUNCIARON INTELECTUALES Y DIRIGENTES SOCIALES EUROPEOS, A LO QUE SE SUMO EL MARTES EL SENADO URUGUAYO. PERO LA IGNOMINIA SE HA CONSUMADO. EL PARLAMENTO EUROPEO DE ESTRASBURGO ACABA DE CONSAGRARLA.

Niko Schvarz

Ayer se aprobó por mayoría, sin cambiarle una coma, el proyecto preparado por los ministros del Interior de los 27 países de la Unión Europea. El martes, primer día del debate, los socialistas presentaron una serie de enmiendas, referidas en particular a la expulsión de menores y a la exigencia de que las órdenes administrativas de detención fueran refrendadas por órdenes judiciales en menos de 72 horas. Todas fueron rechazadas. La máquina de votar de los populares (la derecha), los liberales y la extrema derecha funcionó como una aplanadora. La votación fue de 367 a favor, 206 en contra y 109 en blanco. La Izquierda Unitaria europea (el bloque GUE-NGL, que incluye a la izquierda nórdica) y los verdes votaron en contra sin fisuras. En su nombre, el diputado español Willy Meyer dijo que el texto de la directiva era «vergonzoso» e implicaba «una extensión de la política restrictiva» de los diversos países. A la vez, llamó a la movilización ciudadana contra un marco legal que sólo pretende facilitar «la expulsión de millones de personas».

De eso se trata, en efecto. El País de Madrid hace el siguiente resumen del texto aprobado, que ahora pasa a los ministros de Justicia para luego entrar en vigencia: Los inmigrantes sin papeles que sean detenidos en suelo europeo podrán pasar hasta 18 meses retenidos en centros de internamiento mientras se tramita su expulsión. Podrán ser detenidos por una mera orden administrativa (sin intervención de la justicia) y una vez expulsados no podrán volver a ningún país de la Unión Europea en un plazo de 5 años. Los inmigrantes menores de 18 años no acompañados podrán ser expulsados (repatriados).

En resumidas cuentas, se pone en práctica un mecanismo para expulsar de los países europeos a millones de inmigrantes, que antes podrán pasar hasta 18 meses encarcelados, sin intervención de la justicia, disposiciones que comprenden también a los niños. Con razón el Senado uruguayo entendió que esto último «consagra una privación de libertad que se convierte en una verdadera pena de prisión», que la directiva en su conjunto constituye «una violación de los derechos humanos básicos y en particular al derecho a la libre circulación internacional», al tiempo de destacar la «flagrante incongruencia de la Unión Europea que nutrió de inmigrantes a América Latina y que se ha beneficiado de la capacidad de trabajo, de la honestidad y el esfuerzo de decenas de miles de inmigrantes».

Con una óptica análoga, el ex canciller Héctor Gros Espiell se declaró ayer sorprendido por la dureza de la decisión de la Unión Europea (que atribuyó a factores culturales, económicos y a un estado de psicosis ante las cuantiosas inmigraciones procedentes el Africa subsahariana y en menor grado de América Latina), y le reclamó «sensibilidad humanitaria» y respeto al derecho internacional, a la historia y a la práctica de la reciprocidad.

Estos conceptos aparecen también en la carta abierta del presidente boliviano a que aludimos al comienzo. Es un magnífico documento. Dice que la directiva en cuestión hace de los migrantes, documentados o no, los chivos expiatorios de problemas globales de la humanidad, sin aportar ninguna solución. Al contrario, complica terriblemente la actual situación. El siguiente párrafo merece recordarse:

«A los países de América Latina y Norteamérica llegaron los europeos, masivamente, sin visas ni condiciones impuestas por las autoridades. Fueron siempre bienvenidos. Y lo siguen siendo, en nuestros países del continente americano, que absorbieron entonces la miseria económica europea y sus crisis políticas. Vinieron a nuestro continente a explotar riquezas y a transferirlas a Europa, con un altísimo costo para las poblaciones originales de América. Como en el caso de nuestro cerro rico de Potosí y sus fabulosas minas de plata que permitieron dar masa monetaria al continente europeo desde el siglo XVI hasta el XIX. Las personas, los bienes y los derechos de los migrantes europeos siempre fueron respetados».

La «directiva de la vergüenza» es diametralmente opuesta, ya que «endurece de manera drástica las condiciones de expulsión de los migrantes indocumentados, cualquiera sea su tiempo de permanencia en los países europeos, su situación laboral, sus lazos familiares, su voluntad y sus logros de integración».


La Cámara de Senadores de Uruguay aprobó por 26 votos en 26, el siguiente proyecto de declaración:

El Senado de la República, ante la decisión anunciada del Parlamento Europeo de votar una directiva sobre retorno de los inmigrantes e incentivos económicos para que éste se concrete, declara:
Su Rechazo a esta decisión que constituye una violación a los Derechos Humanos básicos y en particular al derecho a la libre circulación internacional, sin perjuicio de que al aumentar a 18 meses la internación de inmigrantes sin papeles se consagra una privación de libertad al aplicarse una verdadera pena de prisión.
Su convicción de que esta norma constituye una flagrante incongruencia de la Unión Europea que nutrió de inmigrantes a Latinoamérica y que se ha beneficiado de la capacidad de trabajo, de la honestidad y el esfuerzo de decenas de miles de inmigrantes que han contribuido a la generación de riqueza desde los puestos de trabajo menos calificados hasta los más elevados niveles científico y técnico.
Su decisión de hacer conocer a los órganos de las Naciones Unidas este rechazo, así como convocar a todos los Parlamentos de Latinoamérica para sumarse a esta posición y transmitir a sus respectivos Gobiernos la necesidad de tomar las medidas correspondientes desde el punto de vista del Derecho Internacional.


El migrante como sujeto de participación

Txamba Payés
Gara

El siglo XXI parece ser el siglo de las migraciones. Parece, pero no lo es. Hablar de las migraciones es hablar del ser humano. Siempre ha migrado de un sitio a otro. Lo ha hecho desde los inicios, desde que el ser humano empezó a andar erguido en África. Según algunos expertos, partió desde la sabana africana a buscar nuevos horizontes. Anduvo años y años, pasando y adaptándose de un sitio a otro, de un clima a otro. Hasta el momento no se ha podido demostrar que Adán y Eva hubiesen venido del espacio. De momento, y eso es lo paradójico, todos tenemos nuestras raíces en África.

Hoy, sin embargo, la migración es otra. Si en el pasado reciente, los europeos huían a otros continentes en busca de una vida mejor, hoy lo hacen las personas de esos continentes a los que los europeos llegaron. El modelo económico neoliberal es la principal causa de que muchos y muchas de las migrantes que llegan a Europa salgan de esos países. Vienen en busca de una vida mejor, porque las estructuras de sus países es tan precaria, o porque se han vendido al capital extranjero hasta tal punto, que les impulsa a huir en busca de otras condiciones de vida.

Los migrantes ya están viviendo en Europa y quieren participar también como sujetos, y no como mendigos de la solidaridad. Sin embargo, hasta en eso hay, como siempre, dos maneras (o más) de hacer que participen.

La primera tiene que ver con la manera paternalista de atenderles y asistirles. Se les asiste porque se piensa que los «pobres» son y están tan indefensos que habrá que echarles una mano. Esa manera paternal de ver la migración está muy asentada en personas con buen corazón. Ayudan a los «pobrecitos» que llegan, cansados, y por eso se les ofrece una ayuda de caridad, para que los migrantes puedan vivir mejor. Es su manera cómoda y fácil de concebir la solidaridad; yo te ayudo en tanto en cuanto tú ves como te ayudo. Te doy mi voto para que veas que me solidarizo contigo... En definitiva, esta manera de ver la migración es tan bochornosa como la directiva que acaba de aprobar el Parlamento Europeo. Porque les quita el protagonismo a los migrantes.

La segunda es más ecuánime, equitativa y solidaria, y evita que se desarrolle la primera. Y es que, si el migrante se organiza puede ser un motor de lucha. Esta segunda opción es la que tiene que ver más con el carácter de clase, de esa clases de las que hablan los marxistas. Que sean ellos los sujetos, sin que nadie hable por ellos, sin que nadie les lleve de la mano, sin que nadie les diga cómo, cuándo y dónde tienen que hablar. Que sean ellos los que exijan sus derechos, organizándose y sobre todo solidarizándose entre ellos, porque sólo así estarán al lado de los que luchan aquí -como en sus países- por un mundo más justo. Que quienes migran sean los protagonistas, y los demás, aquellos de buen corazón, sean un apoyo pero nunca un padre ni una ONG que les asiste y atiende. Que sean ellos los sujetos de participación y de sus luchas reivindicativas.

La primera es la más arraigada en nuestra sociedad europea. Si tenemos en cuenta que Europa se jacta de ser la panacea de la cultura democrática y ejemplo de la modernidad, se entiende quizá por qué está más arraigada. Todo pasa por la pátina euro centrista del mundo, la modernidad intelectual y cultural pasa por el Occidente rico e imperial. La segunda es «poco fiable» para los que ostentan el poder, y también para aquellos que ven a los que vienen del Sur como los pobres de la Tierra, los incultos, los que necesitan de nuestra ayuda paternalista. Y la segunda supone que los migrantes están al lado de los nacionales exigiendo sus derechos sin padrinos, ni padres ni pordioseros; luchan por sus derechos con dignidad, desde su propia identidad se afirman y se solidarizan también con aquellos que aquí luchan.

Porque los migrantes también traen un bagaje cultural, social y político. Puede ser una utopía pedir que cese el asistencialismo de estados y ONGs hacia las asociaciones de migrantes. A los migrantes se les dan las migajas, mientras los nuevos funcionarios, con su paternal manera de solidarizarse, no hacen otra cosa más que justificar a aquellos maximalistas maltusianos que anuncian que la migración es un problema, que vienen en avalancha y habrá que ponerle muro antes de que nos invadan.

Si conseguimos que se imponga la segunda opción en los colectivos de migrantes y en aquellos que dicen trabajar para ellos, la solidaridad entre nacionales y migrantes será una lucha de clase y podremos hacer que algo cambie en este sistema capitalista neoliberal que no ve más que fuerza de trabajo donde hay personas y no simples números, como suele verlos el capital.

Txanba Payés. Cantautor y poeta salvadoreño residente en Euskal Herria

Ver en línea : La verguenza europea (La Republica)

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