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Recorte de prensa

Entrevista con el Canciller Almagro

BRECHAPOLITICAVIERNES 11.05.2012

Viernes 18 de mayo de 2012, por Fernanda Mora


BRECHA | POLITICA | Pág. 6 | 11/05/2012
Navegando en aguas turbulentas. Con el canciller Luis Almagro
Escrito por: Edison Lanza/Rosario Touriño

El objetivo de concertar una entrevista con el canciller Luis Almagro para hablar de las principales líneas estratégicas de la política exterior se desvanece pronto: la relación con Argentina se devora en forma casi excluyente los minutos. Responde que la necesidad de negociar y acordar con Argentina es una decisión estratégica y no fruto de una afinidad con el modelo kirchnerista: «Es algo que se repite mucho pero no es así. Es algo más profundo que eso. La integración es un principio fundamental de nuestra política exterior». Sin perjuicio de ello, advierte que el modelo de Uruguay debe ser «abierto al mundo», distinto a los de otros países de la región.

Lo cierto es que cada pronunciamiento, problema o acuerdo que se logra con Argentina genera alineamientos y llamados a sala en el Parlamento. «Cuando asumió Mujica la Presidencia el principal problema de política exterior era recomponer la relación con Argentina y eso se logró, pero desde el segundo año de gobierno la oposición trabajó muy duramente para transformar eso en el principal problema a nivel de la opinión pública. A pesar de eso no lo logró», reflexiona el canciller. «En ninguna parte surge que el principal problema que perciben los uruguayos es el de la relación con Argentina», ironizó.

En cuanto a las negociaciones en curso con el gobierno argentino, Almagro percibe que son «puras y duras». «Se desarrollan en función de los intereses que tienen los dos países y las razones técnicas que están sobre la mesa a la hora de negociar», justificó (véase nota en página 7). «Cuando (las decisiones) se intentaron hacer en forma voluntarista o fuera de esos canales, terminamos en la Corte de la Haya», aludiendo a la forma en que el gobierno de Jorge Batlle decidió llevar adelante la instalación de Botnia. En un repaso de su gestión, el ministro destaca el sentido estratégico de actuar en política exterior en línea con los principios que sustentan al gobierno de izquierda.

  • En un gobierno marcado por la continuidad en diversas áreas (economía, comercio, etcétera), la cancillería aparece como una de las carteras que imprimió un giro político marcado respecto a la anterior administración. El cambio de visión con Argentina, el apoyo a la olp, la posición sobre Malvinas, el cumplimiento de la sentencia en el caso Gelman, la derogación de la ley de caducidad, el compromiso con el camino de la integración. ¿Quién marca el ritmo: Almagro, o es una agenda definida por el presidente de la República?
  • Por algo soy el canciller de Mujica. Compartimos, valoramos y tenemos los mismos principios sobre estas cosas. Si uno ve resultados como la interconexión eléctrica y ferroviaria con Brasil, el levantamiento del bloqueo con Argentina, los compromisos políticos para dragar el Río de la Plata y el río Uruguay, no son cosas aisladas. Todas se inspiran en una visión estratégica en función de la integración profunda que tenemos que alcanzar. Apuntamos a fortalecer todas las variables que hacen a eso. Esto tiene una linealidad política y unos objetivos concretos.
  • ¿Qué fundamento tienen las decisiones en los otros temas que le mencionamos, que han sido polémicos y removedores?
  • Son parte de una serie de definiciones de política exterior. La decisión que tomamos respecto al pueblo palestino tiene que ver con la aplicación concreta del principio de autodeterminación de los pueblos. Cuando vamos al cumplimiento integral de la sentencia del caso Gelman y la restitución de la pretensión punitiva del Estado, o buscamos ejercer la presidencia del Consejo de Derechos Humanos, tiene que ver con la promoción y defensa de los derechos humanos. Cuando nos demoramos en reconocer el nuevo gobierno de Honduras hasta que se den determinadas condiciones, tiene que ver con la defensa de la democracia. Para nosotros no son principios que están colgados en la teoría.
  • ¿Cuánto trabajo de zurcido interno supone esto?, porque no toda la fuerza política de gobierno estaba convencida, por ejemplo, de avanzar en la derogación de la caducidad.
  • No estamos proponiendo otra cosa que ir a la esencia misma de los derechos humanos, sobre todo para aquellos que merecen el cumplimiento de sus derechos postergados durante décadas. Luego está la política, no ignoramos que en política hay cuestiones de oportunidad y conveniencia que no dependen sólo de un ministro o un ministerio.
  • En materia de derechos humanos se critica sin embargo el asunto de la posición uruguaya frente al caso de Irán.
  • Ya explicamos la posición de condena, pero no estamos de acuerdo con el mecanismo del relator especial sólo para Irán, que fue el mecanismo elegido. No obstante, con la causa del holocausto estamos plenamente identificados y vamos a enviar un proyecto de ley de condena al negacionismo del holocausto tanto del pueblo judío como del pueblo armenio. No debe quedar la menor duda de nuestro compromiso.
  • Está dispuesto a defender la supresión del doble estándar en materia de derechos humanos para la política exterior, en el sentido de tener una posición sobre estos temas sin reparar en la afinidad política o la importancia en materia de negocios.
  • Hemos sido muy firmes en algunas cosas y tenemos tranquilidad de conciencia en cuanto a actuar bajo los principios de nuestro colectivo y de las propias convicciones. Creemos que no debe haber un doble estándar, pero como dije antes, hay que consensuar los caminos para exigir en este sentido.
  • Es uno de los ministros más convocados al Parlamento y más criticados desde la oposición. ¿A qué atribuye haberse transformado en un objetivo político? ¿Siente que hay una resistencia mayor a la profundización de los cambios en materia de política exterior?
  • No tengo problemas en ir todas las semanas al Parlamento e informar y explicar todo. Ahora, en algunos temas hay una decisión de instalarlos como problema del gobierno, pero no lo han logrado. Lo que no me gusta es cuando se opina sin haber estudiado a fondo un tema técnico o cuando se siembran dudas injustificadas.
  • La relación con Argentina es un mojón ineludible para su administración. El presidente está muy jugado a este cambio estratégico y usted lo ha acompañado. ¿Además de una decisión de política exterior, hay una sintonía con el modelo kirchnerista?
  • Es algo que se repite mucho pero que no es así. Es algo más profundo que eso. La integración es un principio fundamental de nuestra política exterior, y a ese objetivo apuntamos. Todo lo demás son circunstancias. También fuimos a plantearle una integración plena a Brasil, vamos a cerrar un acuerdo que abarca distintas áreas y no vi que nadie se quejara.
  • Pero el pt brasileño ha desarrollado un gobierno con muchos puntos de contacto con el del Frente Amplio, distinto al modelo argentino, ese parece ser el punto que genera controversia en la política nacional...
  • Cada país construye su modelo de acuerdo al pacto social que tiene y a las características de sus procesos de democratización; y con eso no nos metemos. No nos metemos con el modelo que desarrolla Argentina, Brasil, Cuba o Estados Unidos. Lo que sé es que por nuestras características geográficas y demográficas nos conviene tener una economía abierta y con buenas condiciones de comercio con el mundo, y por ese lado vamos e insistimos en todos los foros e instancias.
  • Gerardo Caetano ha analizado recientemente que «la sociedad uruguaya tiene un único nervio ultranacionalista, que es el antiargentinismo». Cada medida que toma el gobierno argentino parece provocar alineamientos automáticos...
  • Esto también está muy influido por elementos circunstanciales. Cuando asumió Mujica el principal problema de política exterior era recomponer la relación con Argentina y eso se logró. Pero desde el segundo año de gobierno la oposición trabajó muy duramente para transformar eso en el principal problema de gobierno a nivel de la opinión pública. A pesar de esa prédica no lo lograron. Cuando se publican las encuestas de opinión en ninguna parte surge que el principal problema que perciben los uruguayos es la relación con Argentina.

Lo demás es cultural, en aquellos partidos entre la selección uruguaya y la argentina, que eran los últimos de la eliminatoria y gracias al empate nos íbamos al repechaje, todos estábamos muy contentos con los argentinos (risas). No hay países tan históricamente entrelazados como Uruguay y Argentina. Desde Artigas, la toma de Paysandú, pasando por la Guerra Grande, estamos entrelazados. El concepto de soberanía compartida está desarrollado en los ríos comunes como en pocas otras partes. Para cualquier obra en las márgenes de los ríos compartidos hay que contar con el concurso del otro país, y eso no lo inventamos nosotros, viene de la década de 1960 o 1970.

  • Pero a la hora de negociar, las posiciones argentinas son durísimas, algunos diplomáticos de Uruguay visualizan un tratamiento que se asemeja más al del gobierno central con una provincia...
  • No es así. Son negociaciones puras y duras. Se desarrollan en función de los intereses que tienen los dos países y las razones técnicas que están sobre la mesa a la hora de negociar. Lo que nosotros procuramos es que esto no sea un juego de suma cero. Si queremos dragar es porque queremos que sirva al desarrollo de ambos países; si acordamos un monitoreo ambiental conjunto es para proteger el río de la mejor manera.
  • ¿De algún modo la lucha portuaria sigue vigente?
  • La lucha portuaria está en la génesis de la independencia de Uruguay. En la perspectiva histórica los puertos de Uruguay aspiran a ser la salida de producción de Paraguay, el sur de Brasil y buena parte de Argentina... y en esa aspiración algún interés se debe cruzar (se ríe).
  • Pero el gobierno uruguayo fue generoso con su par argentino, al apoyarlo explícitamente en temas como Malvinas, ypf, etcétera. Mientras que, cuando Uruguay sufrió el ataque de la ocde, Argentina envió a su embajador a solidarizarse, pero después de que lo hicieran México y Brasil.
  • En mi opinión no son cosas intercambiables. Si hablamos de Malvinas, un enclave colonial, que fue arrancado por la fuerza y que corresponde por razones históricas a Argentina, entonces nosotros no nos vamos a contradecir con lo que pensamos y afirmamos como fuerza política. En el tema de ypf también hicimos una reflexión profunda sobre aspectos de soberanía, pero no valoramos la conveniencia o no de hacerlo en ese momento.

En el tema ocde, el Foro de Transparencia Mundial miró por arriba la situación y dijo: «este país (por Uruguay) no tiene acuerdos de intercambio de información con países relevantes para su economía». Vamos, es una regla de tres simple... Y sin embargo, la solidaridad vino de México, Brasil y Argentina. Fue el embajador Dovena quien manifestó esa solidaridad, pero también admitamos que Argentina era el principal involucrado en la negociación que solicitó la ocde a Uruguay, y en ese momento todavía no habíamos acordado como ahora.

  • ¿No hay también una cuestión de estilos en la política argentina, de prácticas administrativas, de procedimiento de contrataciones, que entorpece la relación?
  • Con Argentina tenemos una de las relaciones más institucionalizadas. Los temas de navegación y sus obras se trabajan en las comisiones del río Uruguay y el Río de la Plata; para los temas comerciales tenemos una comisión... y en todos lados hay una contraparte lógica y todo queda registrado en las actas. Cuando eso se intentó hacer en forma voluntarista o fuera de esos canales terminamos en la Corte de la Haya y con un lío bárbaro.
  • Lo dice por el gobierno de Jorge Batlle.
  • ... (Prefiere no contestar y ríe.)
  • El gobierno le asigna una importancia central al acuerdo que firmará con Brasil en junio para alcanzar una integración profunda. ¿Puede ser un cambio cualitativo en el proceso de integración?
  • La propuesta es la de ir a un esquema de integración profunda, libre tránsito de bienes y personas, complementación productiva y en ciencia y tecnología, todo lo cual significa un cambio sustancial en los procesos de integración en la región.
  • Con la llegada de una embajadora demócrata y el pedido de Obama de cenar con Mujica, ¿puede mejorar lo que en principio pareció una relación fría?
  • La embajadora estadounidense presentó las credenciales y hablamos. Siempre la llegada de un nuevo embajador impulsa algunos temas, pero tenemos un diálogo político muy fuerte con Estados Unidos. Hemos tenido contactos a todos los niveles desde los presidentes, pasando por los cancilleres, secretarios hemisféricos, cooperamos en temas de defensa y seguridad. Por otra parte se sigue negociando el tifa a buen ritmo y estamos trabajando en promoción comercial.
  • Estados Unidos ya no es el principal destino de las exportaciones uruguayas como en 2004. ¿Se pretende revertir eso?
  • Creo que en aquel momento la coyuntura hizo que las compras cárnicas elevaran las exportaciones a Estados Unidos, pero aspiramos a exportar una oferta más diversificada.

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